lunes, 12 de octubre de 2015

SOBRE EL CASO ZAIDA CANTERA…



Si no sabe todavía quien es Zaida Cantera es porque seguramente no ha prestado demasiada atención a las noticias en los últimos meses, ya que el caso de esta mujer, ex comandante del Ejército, ha sido llevado al Congreso de la mano de la diputada de UPyD, Irene Lozano, ha aparecido en casi todos los medios, incluido el programa de La Sexta de Jordi Évole que le dedicó un amplio reportaje, y ha sido también el personaje central del libro “No, mi general”, del que es coautora junto a la citada diputada del partido entonces liderado por Rosa Díez. La última noticia sobre Zaida, por cierto, es que Pedro Sánchez la ha colocado en el número seis de la candidatura del PSOE por Madrid a las próximas elecciones generales.

El caso Zaida ha sido junto al del teniente Segura lo que más daño ha hecho a la imagen de las Fuerzas Armadas en los últimos años, ambos por cierto en el Ejército de Tierra. Sin embargo ambos casos son muy diferentes, aunque algunos querrán ver semejanzas entre uno y otro.

Zaida Cantera fue víctima de acoso sexual por parte de un superior suyo, el teniente coronel Lezcano-Mujica, ahora cumpliendo condena. La justicia militar se pronunció en sentencia firme, por lo que los hechos hemos de considerarlos ciertos. Posteriormente, la entonces oficial del Ejército, se reincorporó a la actividad profesional hasta que se encontró con un superior, que según ella, por ser compañero y amigo del condenado trató de vengarse haciendo uso de su poder. Esta supuesta venganza se habría puesto de manifiesto en la negación de unas vacaciones durante el periodo estival y de una solicitud de cambio de tanda en un curso que le fue denegada y que le costó la apertura de un proceso penal militar contra ella por falta de lealtad. El proceso fue archivado, pero se le abrió un expediente disciplinario y un informe de calificación extraordinario (IPEC) para dejar sin efecto las buenas calificaciones que tenía hasta ese momento. El caso es que la entonces capitán Zaida Cantera denunció, no solo al coronel que presuntamente le acosaba sino al general Pardo de Santayana, subdirector de Enseñanza militar y a otros dos oficiales más de la delegación de la Escuela de Guerra en Zaragoza. Zaida se dio de baja por padecer trastorno depresivo y no volvió al servicio activo. El tribunal togado central abrió diligencias previas e imputó a los oficiales denunciados pero en el juicio quedaron eximidos de cualquier  abuso de autoridad.

La presión sobre la ex comandante se acentuó y está acudió a los medios de comunicación y a políticos de la oposición; Irene Lozano se convirtió en su mejor defensora y llevó el caso al Congreso, mientras que el Ministerio dirigido por Pedro Morenés siguió actuando como si nada hubiese pasado.

Este podría ser, de manera resumida, un resumen de lo que conocemos por los medios de comunicación. Lo que sabemos del caso forzosamente lo sabemos por los defensores de Zaida, ya que las otras partes implicadas, Ministerio incluido, continúan con la estrategia del silencio. Como ya dije, refiriéndome al caso del teniente Segura, el silencio pone a los medios en contra del Ministerio de Defensa y en este caso además en contra de las Fuerzas Armadas como institución. El problema de la estrategia de ignorar los hechos, es que los medios no solamente informan imaginando lo peor, sino que además sacan conclusiones desproporcionadas sin que exista certeza de ninguna de ellas. Tanto para los políticos como para los medios, el interés de Zaida Cantera no reside en ella, ni en su sufrimiento personal; reside en que refleje un mal general dentro de las Fuerzas Armadas. Si el caso Zaida fuera solamente un caso aislado, su interés político e informativo sería cero. Por ello escuchamos acusaciones de la boca de Irene Lozano, de la que diversos medios se hacen eco, de que las mujeres no se promocionan en el Ejército por el hecho de serlo, que sufren sistemáticamente acoso...etc. Es difícil encontrar una sola voz que se salga del discurso de escandalizarse ante “una institución machista y obsoleta” que degrada a las mujeres que intentan ser parte de ella.

Es difícil conocer lo que ha sucedido realmente en un caso de abuso de autoridad dentro de las Fuerzas Armadas donde la disciplina y la jerarquía son valores esenciales, básicos para mantener la operatividad de los Ejércitos. Por desgracia, a veces, pueden ser también el burladero donde se esconden abusos de autoridad. El militar, presionado por sus superiores, tiene difícil defenderse, ya que los procedimientos son rígidos y están sometidos estrictamente a una escala jerárquica que dificulta la defensa de los subordinados. No obstante, conviene decir, que desde la aprobación de la ley de carrera militar (39/2007) la sensación de indefensión se ha acentuado ya que los informes personales de calificación (IPEC) son la principal herramienta para decidir la futura carrera del militar y dependen exclusivamente de la “santa voluntad” de los superiores del calificado. La realidad es que de la calidad humana de los mandos, dependerá que los subordinados sean bien mandados, no solo en el sentido operativo o profesional, sino también en el ético y en el legítimo.

Denegar un permiso o una solicitud no tiene porque ser causa suficiente para justificar un abuso. Sin embargo, el proceso penal abierto contra ella por falta de lealtad fue una medida extrema y además sacó a la luz que la firma del documento por la que se acusaba a la comandante fue falsificada por otro oficial. Naturalmente esto se conoció, después del archivo de la causa contra la ex comandante y por un recurso que presentó ella misma. ¿Qué razones tendría el susodicho oficial para falsificar la firma y así contribuir a que se pudiese ejercer tan grave acusación contra Zaida Cantera? Según la defensa este sería el elemento que demostraría que las acusaciones injustificadas contra Zaida fueron amañadas por los cómplices del coronel en su persecución a la comandante, víctima del acoso sexual de su compañero. Esta explicación es verosímil, pero el asunto está aún investigándose y no hay de momento pronunciamiento judicial sobre el mismo.

En cualquier caso la presunción de inocencia es también aplicable a los militares y por tanto, no puede, al menos de momento, afirmarse que hay acoso laboral como ya todos los medios y algunos políticos dan por hecho. Si se acata la sentencia que condenó a Lezcano- Mujica también debe respetarse la presunción de inocencia en tanto se produzca un pronunciamiento judicial.

De todos modos lo que sí debería haberse hecho con carácter cautelar es separar a la comandante de su superior y ambos podrían haber seguido en activo en tanto se resolviese el asunto, probablemente de haberse actuado de ese modo Zaida hubiese podido continuar su carrera y el tema no hubiese trascendido en el terreno político y mediático.

Respecto a las denuncias realizadas puestas por Zaida Cantera contra otros  mandos militares, cabe decir que si fueron archivadas es porque se basaban en meros indicios. Resulta extraordinariamente difícil probar la culpabilidad de mandos superiores al supuesto autor del acoso y tal vez ese fue uno de los errores de la comandante. Porque con esa acción, sumada a su prolongada baja laboral y a su aparición en la gran pantalla, Zaida se puso no ya contra sus presuntos acosadores, sino contra todo el sistema. Porque la acusación no era ya percibida como algo entre personas, sino contra la propia institución de las Fuerzas Armadas y seguramente muchos compañeros suyos no la apoyaron por este motivo. Además estas acciones empujaron al propio Ministerio de Defensa y al alto mando del Ejército de Tierra a ponerse a la defensiva, con lo que Zaida Cantera pasó a ser un problema, no ya para el coronel Lezcano-Mujica o para su compañero de promoción sino para la institución en sí.

En todo caso, conviene aclarar aquí que el caso de Zaida Cantera es un caso de presunto abuso de autoridad y que sólo de manera remota está relacionado con su condición de mujer. Muchos de sus compañeros podrían haber sido objeto de acoso laboral, sin que el motivo esté relacionado con el sexo, y podrían estar en una indefensión aún mayor, ya que no encontrarían apoyo en ningún medio ni en ninguna diputada feminista. Porque si bien la inmensa mayoría de los militares son ajenos a estas conductas, una oveja negra podría hace mucho daño gracias al sistema de ascensos basado en los IPEC y a la propia estructura jerárquica de las Fuerzas Armadas.

En los veinticinco años que llevo de militar en activo siempre ha habido mujeres en las Fuerzas Armadas, no es por tanto algo novedoso, aunque su presencia sigua siendo claramente minoritaria. Pues bien a lo largo de esos años, dejando aparte casos aislados, no he tenido jamás la sensación de que la mujer haya sido marginada o discriminada por el hecho de serlo. Sí he percibido, por el contrario, en algunas ocasiones, aunque cada vez menos, cierto proteccionismo por parte del mando sobre ellas, en atención a su “delicada” condición. De esto, evidentemente, jamás habló medio alguno.

            Otro absurdo y demagógico debate que algunos políticos han pretendido sacar es el ascenso del teniente coronel Lezcano-Mujica, que tuvo lugar tras su imputación. ¿Conocen sus señorías los sistemas de clasificación y elección para el ascenso? Supongo que lo conocerán porque ellos aprobaron por amplísima mayoría la actual ley de carrera que deja en manos de informes totalmente subjetivos, hechos por los superiores inmediatos de cada militar, todas las posibilidades de su futura carrera. No hay ningún criterio objetivo para decidir el ascenso o no ascenso de un militar salvo una sanción disciplinaria o una sentencia firme, por tanto ¿de qué se escandalizan ahora? Si como dice la diputada Irene Lozano y tácitamente su compañera y ex ministra Carme Chacón han fallado las estructuras ¿Por qué impusieron a los militares un sistema que dejaba impune cualquier abuso de autoridad en este sentido, a pesar de que miles de militares recurrieron contra esta ley por su condición de injusta? Todos los años cientos de militares se quedan fuera de las vacantes de ascenso no por cometer ningún abuso, sino simplemente porque sus informes de calificación son menos buenos que otros y sin embargo un teniente coronel imputado por un grave delito, si tiene buenos informes anteriores, no podrá ser privado de su ascenso en tanto no haya sentencia. Los informes solo recogen la opinión de su superior y son la principal herramienta para decidir los ascensos.

El Ministerio de Defensa puso en la etapa de Chacón el observatorio de la mujer, un organismo de dudosa utilidad pero de evidente visibilidad mediática. Ahora varios años después, ¿van a afirmar que las estructuras de las Fuerzas Armadas no sirven para defender a las mujeres? Obviamente la existencia de un caso de abuso de autoridad se puede dar y se seguirá dando, contra una mujer o contra un hombre, oficial o soldado, pero convertirlo en un mal general de las Fuerzas Armadas solo responde a puro interés, ya sea mediático o político. Podría ocurrir que dentro de unos años saliese un nuevo caso a la luz y alguien, pese a los cambios normativos “cosméticos” que el propio ministro introdujo en la recientemente aprobada ley disciplinaria, alguien rescataría de nuevo el argumento de que “han fallado las estructuras”. Y es que casos aislados siempre habrá, del mismo modo que ocurre con la denominada violencia doméstica o delincuencia en general.

            Por último, queda por analizar el episodio que pone colofón a esta lamentable historia y que no es otro que la inclusión de Zaida Cantera en la lista electoral del PSOE. ¿Por qué ha puesto Pedro Sánchez a la antigua comandante en su candidatura? A nadie se le escapa que por su condición de víctima. Ya ha habido precedentes como el profesor Neyra agredido por defender a una mujer, o el padre de la asesinada Mari Luz Cortés que ficharon por el PP. Los ciudadanos esperan que sus dirigentes políticos sean personas honestas y trabajadoras y también capaces y competentes. Elegir los cargos de responsabilidad por su impacto mediático, por “puro marketing político”, no parece lo más adecuado ni lo más ético. No resulta creíble que buscaran a Zaida por tener una brillante carrera militar, cuando durante muchos años ningún partido ha buscado a ninguno de los cientos de oficiales que tienen brillantes carreras y demostrada competencia como gestores. Cabe preguntarse ahora que hará el PSOE con Zaida Cantera cuando pasen las elecciones ¿La nombrará ministra de Defensa si ganan o la dejarán en algún puesto de asuntos sociales por su sensibilidad en temas de acoso?

Quizá Zaida debería conocer a la familia de José Couso, aquel cámara de Tele-5 víctima de un disparo norteamericano en Bagdad y en cuyo nombre los socialistas exigieron al Gobierno de Aznar que exigiese al presidente Bush juzgar a los militares norteamericanos. Después, cuando los socialistas llegaron al poder dejaron a la familia Couso en la estacada porque ya no les convenía enfrentarse a Estados Unidos. Y es que cuando la búsqueda de justicia por causas personales se convierte en causa política queda a menudo desacreditada e incluso deslegitimada.




2 comentarios:

  1. Señor, sé que hace mucho que escribió usted esta entrada, pero yo por cosas del destino acabo de leerla. Estoy muy de acuerdo con todo lo que escribe, pero me gustaría "llamarle la atención" (desde el mayor respeto) porque creo que por su condición podría haber averiguado mucho más sobre la comandante en cuestión. Puestos a hacer un análisis tan profundo como ha hecho podría haber encontrado a algún conocido (cualquiera que trabajará con ella) y le contara qué tipo de persona es, todo el que ha coincidido con ella desde la academia la ha calado, podría haber localizado a su jefa de Sevilla, una comandante (o cualquiera allí destinado en aquel periodo) para que le contarán porqué la comandante no se cambiaba el turno de vacaciones con la entonces CAPITAN (si, el cambio de vacaciones de la CAPITAN suponía que la comandante tuviera que cambiar su turno también) , podría haber hablado con alguien de la escuela de Zaragoza para que le Contarán que la firma no fue falsificada si no dos firmas hechas por la misma persona por no encontrarse la segunda presente (algo muy extendido en las FAS aunque no correcto). Vuelvo a lo de que podría haber intentado hablar con cualquiera que la conociera, yo lo he hecho mucho desde que salió el programa, gente que estuvo en la academia con ella (en las dos promociones y hasta de "instruido" por ella en el campamento) gente que ha trabajado a sus ordenes, compañeros y superiores, y todos coinciden en que es una pobre peliculera, egocéntrica y muy soberbia que se cree sus mentiras. Ah! Y se me olvida añadir que yo la conozco en persona y soy mujer en las FAS, por todo ello me tomo la licencia para hablar sobre el tema. Un muy respetuoso saludo

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  2. Le agradezco el comentario y acepto la crítica, aunque espero que comprenda que yo no soy un periodista y no dispongo de medios suficientes para una investigación más profunda. Mi único propósito ha sido dar una versión diferente de la monolítica y demagógica que se ve en los medios, evitando hacer afirmaciones sobre hechos que no conozco. Tal vez habría que preguntar a otros que sí tienen los medios para investigar y arrojar luz sobre el asunto porque no lo han hecho.

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