Si
no sabe todavía quien es Zaida Cantera es porque seguramente no ha prestado
demasiada atención a las noticias en los últimos meses, ya que el caso de esta
mujer, ex comandante del Ejército, ha sido llevado al Congreso de la mano de la
diputada de UPyD, Irene Lozano, ha aparecido en casi todos los medios, incluido
el programa de La Sexta de Jordi Évole que le dedicó un amplio reportaje, y ha
sido también el personaje central del libro “No, mi general”, del que es
coautora junto a la citada diputada del partido entonces liderado por Rosa
Díez. La última noticia sobre Zaida, por cierto, es que Pedro Sánchez la ha
colocado en el número seis de la candidatura del PSOE por Madrid a las próximas
elecciones generales.
El
caso Zaida ha sido junto al del teniente Segura lo que más daño ha hecho a la
imagen de las Fuerzas Armadas en los últimos años, ambos por cierto en el
Ejército de Tierra. Sin embargo ambos casos son muy diferentes, aunque algunos
querrán ver semejanzas entre uno y otro.
Zaida
Cantera fue víctima de acoso sexual por parte de un superior suyo, el teniente
coronel Lezcano-Mujica, ahora cumpliendo condena. La justicia militar se
pronunció en sentencia firme, por lo que los hechos hemos de considerarlos
ciertos. Posteriormente, la entonces oficial del Ejército, se reincorporó a la
actividad profesional hasta que se encontró con un superior, que según ella,
por ser compañero y amigo del condenado trató de vengarse haciendo uso de su
poder. Esta supuesta venganza se habría puesto de manifiesto en la negación de
unas vacaciones durante el periodo estival y de una solicitud de cambio de
tanda en un curso que le fue denegada y que le costó la apertura de un proceso
penal militar contra ella por falta de lealtad. El proceso fue archivado, pero
se le abrió un expediente disciplinario y un informe de calificación extraordinario
(IPEC) para dejar sin efecto las buenas calificaciones que tenía hasta ese
momento. El caso es que la entonces capitán Zaida Cantera denunció, no solo al
coronel que presuntamente le acosaba sino al general Pardo de Santayana,
subdirector de Enseñanza militar y a otros dos oficiales más de la delegación
de la Escuela de Guerra en Zaragoza. Zaida se dio de baja por padecer trastorno
depresivo y no volvió al servicio activo. El tribunal togado central abrió
diligencias previas e imputó a los oficiales denunciados pero en el juicio
quedaron eximidos de cualquier abuso de
autoridad.
La
presión sobre la ex comandante se acentuó y está acudió a los medios de
comunicación y a políticos de la oposición; Irene Lozano se convirtió en su
mejor defensora y llevó el caso al Congreso, mientras que el Ministerio
dirigido por Pedro Morenés siguió actuando como si nada hubiese pasado.
Este
podría ser, de manera resumida, un resumen de lo que conocemos por los medios
de comunicación. Lo que sabemos del caso forzosamente lo sabemos por los
defensores de Zaida, ya que las otras partes implicadas, Ministerio incluido,
continúan con la estrategia del silencio. Como ya dije, refiriéndome al caso
del teniente Segura, el silencio pone a los medios en contra del Ministerio de
Defensa y en este caso además en contra de las Fuerzas Armadas como
institución. El problema de la estrategia de ignorar los hechos, es que los
medios no solamente informan imaginando lo peor, sino que además sacan conclusiones
desproporcionadas sin que exista certeza de ninguna de ellas. Tanto para los
políticos como para los medios, el interés de Zaida Cantera no reside en ella,
ni en su sufrimiento personal; reside en que refleje un mal general dentro de
las Fuerzas Armadas. Si el caso Zaida fuera solamente un caso aislado, su
interés político e informativo sería cero. Por ello escuchamos acusaciones de
la boca de Irene Lozano, de la que diversos medios se hacen eco, de que las
mujeres no se promocionan en el Ejército por el hecho de serlo, que sufren
sistemáticamente acoso...etc. Es difícil encontrar una sola voz que se salga del discurso de escandalizarse ante “una institución machista y obsoleta” que degrada a las
mujeres que intentan ser parte de ella.
Es
difícil conocer lo que ha sucedido realmente en un caso de abuso de autoridad
dentro de las Fuerzas Armadas donde la disciplina y la jerarquía son valores
esenciales, básicos para mantener la operatividad de los Ejércitos. Por desgracia,
a veces, pueden ser también el burladero donde se esconden abusos de autoridad.
El militar, presionado por sus superiores, tiene difícil defenderse, ya que los
procedimientos son rígidos y están sometidos estrictamente a una escala jerárquica
que dificulta la defensa de los subordinados. No obstante, conviene decir, que
desde la aprobación de la ley de carrera militar (39/2007) la sensación de
indefensión se ha acentuado ya que los informes personales de calificación
(IPEC) son la principal herramienta para decidir la futura carrera del militar
y dependen exclusivamente de la “santa voluntad” de los superiores del
calificado. La realidad es que de la calidad humana de los mandos, dependerá
que los subordinados sean bien mandados, no solo en el sentido operativo o
profesional, sino también en el ético y en el legítimo.
Denegar
un permiso o una solicitud no tiene porque ser causa suficiente para justificar
un abuso. Sin embargo, el proceso penal abierto contra ella por falta de
lealtad fue una medida extrema y además sacó a la luz que la firma del
documento por la que se acusaba a la comandante fue falsificada por otro
oficial. Naturalmente esto se conoció, después del archivo de la causa contra
la ex comandante y por un recurso que presentó ella misma. ¿Qué razones tendría
el susodicho oficial para falsificar la firma y así contribuir a que se pudiese
ejercer tan grave acusación contra Zaida Cantera? Según la defensa este sería
el elemento que demostraría que las acusaciones injustificadas contra Zaida fueron
amañadas por los cómplices del coronel en su persecución a la comandante, víctima
del acoso sexual de su compañero. Esta explicación es verosímil, pero el asunto
está aún investigándose y no hay de momento pronunciamiento judicial sobre el mismo.
En
cualquier caso la presunción de inocencia es también aplicable a los militares
y por tanto, no puede, al menos de momento, afirmarse que hay acoso laboral
como ya todos los medios y algunos políticos dan por hecho. Si se acata la
sentencia que condenó a Lezcano- Mujica también debe respetarse la presunción
de inocencia en tanto se produzca un pronunciamiento judicial.
De
todos modos lo que sí debería haberse hecho con carácter cautelar es separar a
la comandante de su superior y ambos podrían haber seguido en activo en tanto
se resolviese el asunto, probablemente de haberse actuado de ese modo Zaida
hubiese podido continuar su carrera y el tema no hubiese trascendido en el
terreno político y mediático.
Respecto
a las denuncias realizadas puestas por Zaida Cantera contra otros mandos militares, cabe decir que si fueron
archivadas es porque se basaban en meros indicios. Resulta extraordinariamente
difícil probar la culpabilidad de mandos superiores al supuesto autor del acoso
y tal vez ese fue uno de los errores de la comandante. Porque con esa acción,
sumada a su prolongada baja laboral y a su aparición en la gran pantalla, Zaida
se puso no ya contra sus presuntos acosadores, sino contra todo el sistema. Porque la
acusación no era ya percibida como algo entre personas, sino contra la propia
institución de las Fuerzas Armadas y seguramente muchos compañeros suyos no la
apoyaron por este motivo. Además estas acciones empujaron al propio Ministerio
de Defensa y al alto mando del Ejército de Tierra a ponerse a la defensiva, con
lo que Zaida Cantera pasó a ser un problema, no ya para el coronel
Lezcano-Mujica o para su compañero de promoción sino para la institución en sí.
En
todo caso, conviene aclarar aquí que el caso de Zaida Cantera es un caso de
presunto abuso de autoridad y que sólo de manera remota está relacionado con su
condición de mujer. Muchos de sus compañeros podrían haber sido objeto de acoso
laboral, sin que el motivo esté relacionado con el sexo, y podrían estar en una
indefensión aún mayor, ya que no encontrarían apoyo en ningún medio ni en
ninguna diputada feminista. Porque si bien la inmensa mayoría de los militares
son ajenos a estas conductas, una oveja negra podría hace mucho daño gracias al
sistema de ascensos basado en los IPEC y a la propia estructura jerárquica de
las Fuerzas Armadas.
En
los veinticinco años que llevo de militar en activo siempre ha habido mujeres
en las Fuerzas Armadas, no es por tanto algo novedoso, aunque su presencia
sigua siendo claramente minoritaria. Pues bien a lo largo de esos años, dejando
aparte casos aislados, no he tenido jamás la sensación de que la mujer haya
sido marginada o discriminada por el hecho de serlo. Sí he percibido, por el
contrario, en algunas ocasiones, aunque cada vez menos, cierto proteccionismo
por parte del mando sobre ellas, en atención a su “delicada” condición. De
esto, evidentemente, jamás habló medio alguno.
Otro absurdo y demagógico debate que algunos políticos
han pretendido sacar es el ascenso del teniente coronel Lezcano-Mujica, que tuvo
lugar tras su imputación. ¿Conocen sus señorías los sistemas de clasificación y
elección para el ascenso? Supongo que lo conocerán porque ellos aprobaron por
amplísima mayoría la actual ley de carrera que deja en manos de informes
totalmente subjetivos, hechos por los superiores inmediatos de cada militar,
todas las posibilidades de su futura carrera. No hay ningún criterio objetivo
para decidir el ascenso o no ascenso de un militar salvo una sanción
disciplinaria o una sentencia firme, por tanto ¿de qué se escandalizan ahora?
Si como dice la diputada Irene Lozano y tácitamente su compañera y ex ministra
Carme Chacón han fallado las estructuras ¿Por qué impusieron a los militares un
sistema que dejaba impune cualquier abuso de autoridad en este sentido, a pesar
de que miles de militares recurrieron contra esta ley por su condición de
injusta? Todos los años cientos de militares se quedan fuera de las vacantes de
ascenso no por cometer ningún abuso, sino simplemente porque sus informes de
calificación son menos buenos que otros y sin embargo un teniente coronel
imputado por un grave delito, si tiene buenos informes anteriores, no podrá ser
privado de su ascenso en tanto no haya sentencia. Los informes solo recogen la
opinión de su superior y son la principal herramienta para decidir los
ascensos.
El Ministerio de
Defensa puso en la etapa de Chacón el observatorio de la mujer, un organismo de
dudosa utilidad pero de evidente visibilidad mediática. Ahora varios años
después, ¿van a afirmar que las estructuras de las Fuerzas Armadas no sirven
para defender a las mujeres? Obviamente la existencia de un caso de abuso de
autoridad se puede dar y se seguirá dando, contra una mujer o contra un hombre,
oficial o soldado, pero convertirlo en un mal general de las Fuerzas Armadas
solo responde a puro interés, ya sea mediático o político. Podría ocurrir que
dentro de unos años saliese un nuevo caso a la luz y alguien, pese a los
cambios normativos “cosméticos” que el propio ministro introdujo en la
recientemente aprobada ley disciplinaria, alguien rescataría de nuevo el
argumento de que “han fallado las estructuras”. Y es que casos aislados siempre
habrá, del mismo modo que ocurre con la denominada violencia doméstica o
delincuencia en general.
Por último, queda por analizar el episodio que pone
colofón a esta lamentable historia y que no es otro que la inclusión de Zaida
Cantera en la lista electoral del PSOE. ¿Por qué ha puesto Pedro Sánchez a la
antigua comandante en su candidatura? A nadie se le escapa que por su condición
de víctima. Ya ha habido precedentes como el profesor Neyra agredido por
defender a una mujer, o el padre de la asesinada Mari Luz Cortés que ficharon
por el PP. Los ciudadanos esperan que sus dirigentes políticos sean personas
honestas y trabajadoras y también capaces y competentes. Elegir los cargos de
responsabilidad por su impacto mediático, por “puro marketing político”, no
parece lo más adecuado ni lo más ético. No resulta creíble que buscaran a Zaida por tener
una brillante carrera militar, cuando durante muchos años ningún partido ha
buscado a ninguno de los cientos de oficiales que tienen brillantes carreras y
demostrada competencia como gestores. Cabe preguntarse ahora que hará el PSOE
con Zaida Cantera cuando pasen las elecciones ¿La nombrará ministra de Defensa
si ganan o la dejarán en algún puesto de asuntos sociales por su
sensibilidad en temas de acoso?
Quizá
Zaida debería conocer a la familia de José Couso, aquel cámara de Tele-5
víctima de un disparo norteamericano en Bagdad y en cuyo nombre los socialistas
exigieron al Gobierno de Aznar que exigiese al presidente Bush juzgar a los militares
norteamericanos. Después, cuando los socialistas llegaron al poder dejaron a la
familia Couso en la estacada porque ya no les convenía enfrentarse a Estados
Unidos. Y es que cuando la búsqueda de justicia por causas personales se
convierte en causa política queda a menudo desacreditada e incluso
deslegitimada.
Señor, sé que hace mucho que escribió usted esta entrada, pero yo por cosas del destino acabo de leerla. Estoy muy de acuerdo con todo lo que escribe, pero me gustaría "llamarle la atención" (desde el mayor respeto) porque creo que por su condición podría haber averiguado mucho más sobre la comandante en cuestión. Puestos a hacer un análisis tan profundo como ha hecho podría haber encontrado a algún conocido (cualquiera que trabajará con ella) y le contara qué tipo de persona es, todo el que ha coincidido con ella desde la academia la ha calado, podría haber localizado a su jefa de Sevilla, una comandante (o cualquiera allí destinado en aquel periodo) para que le contarán porqué la comandante no se cambiaba el turno de vacaciones con la entonces CAPITAN (si, el cambio de vacaciones de la CAPITAN suponía que la comandante tuviera que cambiar su turno también) , podría haber hablado con alguien de la escuela de Zaragoza para que le Contarán que la firma no fue falsificada si no dos firmas hechas por la misma persona por no encontrarse la segunda presente (algo muy extendido en las FAS aunque no correcto). Vuelvo a lo de que podría haber intentado hablar con cualquiera que la conociera, yo lo he hecho mucho desde que salió el programa, gente que estuvo en la academia con ella (en las dos promociones y hasta de "instruido" por ella en el campamento) gente que ha trabajado a sus ordenes, compañeros y superiores, y todos coinciden en que es una pobre peliculera, egocéntrica y muy soberbia que se cree sus mentiras. Ah! Y se me olvida añadir que yo la conozco en persona y soy mujer en las FAS, por todo ello me tomo la licencia para hablar sobre el tema. Un muy respetuoso saludo
ResponderEliminarLe agradezco el comentario y acepto la crítica, aunque espero que comprenda que yo no soy un periodista y no dispongo de medios suficientes para una investigación más profunda. Mi único propósito ha sido dar una versión diferente de la monolítica y demagógica que se ve en los medios, evitando hacer afirmaciones sobre hechos que no conozco. Tal vez habría que preguntar a otros que sí tienen los medios para investigar y arrojar luz sobre el asunto porque no lo han hecho.
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